Trastorno de Procesamiento Sensorial


El trastorno del procesamiento sensorial (TPS) es una condición neurológica compleja que afectaría las habilidades funcionales de un gran porcentaje de niños. Las personas con TPS malinterpretan la información sensorial, como el tacto, sonido y movimiento, llegando a sentirse abrumados por los estímulos cotidianos, lo que los lleva a tener reacciones impulsivas o a evitar ciertas experiencias. Cuando hay una disfunción de procesamiento sensorial, el cerebro no procesaría ni organizaría el flujo de impulsos sensoriales y como resultado pueden manifestarse además problemas de aprendizaje o de comportamiento. Recientemente la Academia Americana de Pediatría instó a revisar este diagnóstico, buscando la presencia de otro trastorno del desarrollo de base como el autismo, el déficit de atención con hiperactividad, el trastorno del desarrollo de la coordinación o de ansiedad cuando un niño muestra signos de problemas sensoriales.
La Dra. Jean Ayres, pionera de la terapia ocupacional en los Estados Unidos fue la primera especialista en describir un conjunto de conductas atípicas relacionadas con un procesamiento sensorial deficiente más tarde definido como Trastorno del procesamiento sensorial (TPS).
Se trata de un trastorno complejo del cerebro que afecta la manera en que se experimentan las sensaciones (vista, sonidos, tacto, olfato, gusto y movimiento) y su organización dentro del comportamiento.
Para Ayres, este trastorno es comparable a un "atasco" neurológico que impide que ciertas áreas del cerebro reciban la información necesaria para interpretar los estímulos sensoriales correctamente. Una persona con esta condición tiene dificultades para procesar y actuar sobre la información recibida a través de los sentidos, lo que crea dificultades en la realización de un sinnúmero de tareas cotidianas: dificultades motoras, problemas de comportamiento, ansiedad, depresión, fracaso escolar, serían sólo algunos de los impactos que puede provocar este trastorno.
Mientras que la mayoría de las personas tienen dificultades de procesamiento de información sensorial muy ocasionalmente, para los niños y adultos con este trastorno, estos problemas son crónicos y perturban su vida cotidiana.
Los síntomas del TPS se producen dentro de un amplio espectro de gravedad y frecuentemente los signos del desarrollo sensorial incorrecto son sutiles, lo cual se presta para que sean mal interpretados. Muchos de los niños que padecen un TPS suelen ser etiquetados como desobedientes, traviesos, inquietos o malos estudiantes, cuando en realidad lo que determina su comportamiento es algo que los excede. De allí que la detección precoz de esta dolencia sea fundamental para poder prevenir serias derivaciones que afecten los procesos de aprendizaje y puedan obstaculizar o frenar la escolarización.
El TPS puede afectar a un solo sentido, ya sea el tacto o la vista, o involucrar múltiples sentidos. Una persona afectada excesivamente por la esta condición puede encontrar insoportable la sensación que le provoca tocar una prenda, la iluminación de un ambiente o determinados sonidos.
También existen niños que se encuentran afectados por un inadecuado procesamiento sensorial de los mensajes que reciben desde los músculos y las articulaciones, lo cual puede producir un deterioro de la postura y las habilidades motoras, esto muchas veces es confundido con simple torpeza.
Por otra parte, existen manifestaciones del TPS donde podemos ver niños que, en vez de buscar evitar determinadas sensaciones, sienten un gran apetito respecto a algunos estímulos. Estos niños a menudo son diagnostican erróneamente con TDAH.
La mayoría de los niños con Trastorno de procesamiento sensorial son tan inteligentes como sus compañeros de escuela. Simplemente sus cerebros se encuentran conectados de manera diferente. Por lo tanto necesitan que se les enseñe de manera que los contenidos estén adaptados a la forma en que procesan la información, como también necesitan actividades de ocio que se adapten a sus propias necesidades de procesamiento sensorial.
Una vez que los niños con TPS hayan sido correctamente diagnosticados y se beneficien de un programa de tratamiento de terapia ocupacional con Integración Sensorial u otro tipo de abordaje especializado, la calidad de vida puede mejorar notablemente.

Causas, incidencia y rasgos generales
Un estudio llevado a cabo en 2004 (Ahn, Miller, Milberger, McIntosh) reveló que al menos 1 de cada 20 niños se ven afectados diariamente por el por el TPS. Otro estudio, realizado por el Grupo de trabajo científico del Trastorno de procesamiento sensorial (Ben-Sasson, Carter Briggs-Gowen, 2009) sugirió que 1 de cada 6 niños experimenta síntomas sensoriales que pueden ser lo suficientemente importantes como para afectar aspectos de las funciones de la vida cotidiana.
Los especialistas en este trastorno aseguran que, a pesar de la gran incidencia, muchos casos no llegan a alcanzar su diagnóstico debido a que muchos profesionales de la salud no están capacitados para reconocer los problemas sensoriales. Las investigaciones de la Dra. Lucy Miller, terapeuta ocupacional estadounidense, revelaron que si bien TDAH y el TPS son dos diagnósticos distintos, es frecuente que coexistan. En su estudio realizado sobre 2.410 niños previamente diagnosticados con TPS o TDAH, encontró que el 60% de dichos niños padecía en realidad ambos trastornos.
En los Estados Unidos, país donde se ha avanzado notablemente en el estudio de esta dolencia, existen distintas entidades como La Fundación del Trastorno de Procesamiento Sensorial, que se dedican a la investigación de estos temas, la divulgación social y la capacitación de profesionales para el reconocimiento de sus síntomas, el tratamiento y la defensa de las personas que viven con el trastorno de procesamiento sensorial y los problemas sensoriales asociados con otras condiciones.
El Trastorno de procesamiento sensorial es más comúnmente diagnosticado en niños, pero las personas que alcanzan la edad adulta sin tratamiento continúan experimentando los síntomas y siguen siendo afectadas por su incapacidad para interpretar con precisión y de manera apropiada determinados mensajes sensoriales. Estas personas pueden ver seriamente afectadas sus rutinas y actividades laborales, sus relaciones íntimas y su vida social y recreativa, estando expuestas a experimentar depresión, bajo rendimiento, aislamiento social y otros efectos secundarios.
La causa exacta del trastorno de procesamiento sensorial, al igual que las causas del TDAH y de tantos otros trastornos del desarrollo neurológico, no han sido aún identificadas. Sin embargo, los estudios preliminares y las investigaciones sugieren que el TPS es a menudo heredado. A partir de esta teoría se puede suponer que las causas del desorden estén codificadas en el material genético del niño. De todos modos no se ha descartado aún que dichas anomalías puedan estar relacionadas con complicaciones del embarazo o del parto, como también podrían relacionarse con determinados factores ambientales.
Como se mencionó anteriormente, las primeras manifestaciones del TPS pueden observarse en diferentes ámbitos del desarrollo y comenzar a presentarse muy sutilmente: problemas de sueño, trastornos alimenticios, bajo rendimiento escolar, dificultad para relacionarse y problemas de conducta.
En su guía de reconocimiento del TPS, la Lic. Isabelle Beaudry Bellefeuille, presidenta de de la Asociación Española de Integración Sensorial (AEIS) y de la Asociación Profesional de Terapeutas Ocupacionales del Principado de Asturias (España), ofrece una serie de signos que deben ser tenidos en cuenta como anticipatorios de una visita al especialista, entre ellos señala:
-Irritabilidad y llanto sin motivo.
-Rechazo ante ciertos alimentos por sus texturas, sabores u olores.
-Rechazo a ciertos cuidados de higiene, como lavarse la cabeza, la limpieza de los oídos, cortarse el pelo, cepillarse los dientes, cortarse las uñas, etc.
-Mostrar fuertes preferencias o antipatías por ciertas prendas de vestir, le molestan los zapatos, se queja de arrugas en las medias, rechaza el uso de gorros, etc.
-Rechazo a tocar ciertos materiales como la arena, pintar con los dedos o modelar con plastilina.
-Excesiva preferencia por los juegos de dar vueltas, los columpios y los parques de atracciones. El niño no parece marearse nunca.
-O al contrario, el evitar todo tipo de movimiento brusco.
-Rápido cansancio en las actividades físicas.
-Torpeza que sobresale ante otros niños de su edad.
-Baja autoestima y pocas amistades.
Para Beaudry, si se observan 2 o 3 de estos signos, y además el niño presenta dificultades de conducta, atención, aprendizaje o coordinación motora, es aconsejable remitirlo a un terapeuta ocupacional especializado en la detección y evaluación de trastornos sensoriales.
Para una más amplia comprensión, a continuación describiremos las distintas áreas afectadas por el trastorno y los sentidos que más comúnmente sufren de una mayor o menor sensibilidad a determinados estímulos.
Dificultades relacionadas con el tacto: Las evaluaciones por parte de terapeutas ocupacionales especializados en integración sensorial revelan que muchos niños diagnosticados con trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) son hipersensibles al tacto. Las distintas maneras en cómo un niño responde ante el tacto puede proporcionar claros indicios sobre el estado de su integración sensorial. Es común ver que niños afectados por este trastorno rehúyan del contacto físico, llegando incluso a reaccionar violentamente como si se tratase de una agresión. También puede suceder que busquen una mayor estimulación táctil, revolcándose, provocando juegos de contacto brusco o manifestando cierta insensibilidad ante los golpes. En este caso nos encontraremos frente a un niño hipo-responsivo al tacto, donde el contacto puede funcionar como un tranquilizante, y por eso los veremos tocándose repetidas veces el pelo, las orejas o los labios. También se podrá percibir cierta torpeza en las actividades que impliquen el desempeño de la motricidad fina.
Esta hipersensibilidad puede ser confundida con un carácter arisco, antipático o agresivo, cuando en realidad se trata de reacciones ante una sensación que se experimenta con mucho desagrado. “El niño con hipersensibilidad táctil se encuentra frecuentemente en un estado de alerta elevado, lo cual es absolutamente incompatible con la concentración y el aprendizaje”, afirma Beaudry.
Dificultades motoras y torpeza: Es frecuente que un niño que es hipo-responsivo al tacto también sea hipo-responsivo al estímulo propioceptivo, es decir a percibir los movimientos de las articulaciones y de todo el cuerpo, su posición, sus partes, la velocidad y la dirección del movimiento y la fuerza generada por los músculos. Este aspecto puede desencadenar toda una serie de problemas con las habilidades motoras y otras habilidades necesarias para el éxito escolar y los logros de la infancia, lo cual puede derivar en aislamiento social y baja autoestima.
En muchos casos, este trastorno específico puede estar ligado a un mal desempeño del sistema vestibular. Como describe la especialista Isabelle Beaudry, “algunos niños son hipersensibles al estímulo vestibular y reaccionan de manera exagerada al movimiento y a cualquier desplazamiento de su eje corporal fuera de la verticalidad. Estos niños son excesivamente cautos y frecuentemente llamará la atención su falta de exploración del ambiente. La dificultad para regular el nivel de actividad y los problemas para mantener la atención son frecuentes en los niños que son hiporresponsivos al estímulo vestibular”. El órgano receptor del sistema vestibular se sitúa en el oído interno y posee extensas conexiones con muchas áreas del Sistema Nervioso Central, desempeñando un importante rol en la conciencia subjetiva de la posición del cuerpo y del movimiento, en el tono postural, el equilibrio y en la estabilización de los ojos durante los movimientos de la cabeza.
Puede suceder que los niños con esta condición tengan la necesidad de estimular su sistema vestibular a través de movimientos y juegos que impliquen la acción de mecerse o buscar cierto vértigo, e incluso puede que lleguen a la autoagresión. Estas reacciones pueden interferir con su capacidad para mantener la atención y permanecer quietos ante los requerimientos escolares. Estas conductas muchas veces se han confundido con señales propias del autismo.
Dificultades relacionadas con la audición: Al igual que en las descripciones anteriores, podemos encontrarnos con niños que manifiesten comportamientos oscilantes o contradictorios. Puede que los niños afectados en el sentido de la audición se quejen ante pequeños ruidos y por otra parte les divierta mucho experimentar la sensación que les producen sonidos estruendosos.
También puede suceder que el niño tenga dificultades para reconocer las diferencias sutiles entre los sonidos y las palabras. En estos casos la neuropatía auditiva y el trastorno de procesamiento auditivo pueden solaparse o presentar síntomas muy similares. En tal caso es posible que se presenten síntomas como dificultades para prestar atención y recordar exposiciones orales, problemas para llevar a cabo instrucciones de varios pasos, capacidad de escucha insuficiente, necesidad de más tiempo para procesar la información, bajo rendimiento académico y dificultad para el lenguaje (lectura, comprensión, ortografía y vocabulario).
Dificultades relacionadas con el gusto y el olfato: Ambos son sentidos considerados comúnmente como menores, pero cuando sufren algún tipo de trastorno o deterioro pueden afectar la calidad de vida en distintos aspectos.
Muchos niños con dificultades en estas áreas pueden ser etiquetados como caprichosos, exagerados o maniáticos respecto a sus inquietudes a la hora de comer o ante determinados olores. Pero esta actitud no debe ser subestimada ya que el sentido olfativo ayuda a los niños a aprender, les advierte de los peligros y se encuentra muy ligado a los archivos de los recuerdos emocionales. La hipersensibilidad olfativa puede convertirse en un serio problema cuando interfiere con el aprendizaje, generando una actitud defensiva que llega a distraer la atención del niño. Del mismo modo, la hiposensibilidad puede conducir a comportamientos vergonzosos o inapropiados.
Dificultades relacionadas con la vista: Se encuentran relacionadas con deficiencias en la información que llega desde los ojos, aun cuando estos órganos están en condiciones físicas perfectas.
Este desorden puede manifestarse con problemas para distinguir entre formas y letras impresas, o para distinguir los objetos en primer plano de los que se encuentran en el fondo. Un niño evidencia estos síntomas al entrecerrar continuamente los ojos o mirar hacia abajo, evitando el contacto visual, frotándose los ojos periódicamente, permaneciendo como hipnotizado ante determinados colores o luces, modificando su comportamiento bajo luces brillantes o la luz solar, con sensibilidad a la luz, o presentando dificultades para subir las escaleras o escaleras mecánicas.
A estas reacciones puede unirse la dificultad para aprender a leer o escribir, aunque se pueda notar que, fuera de las tareas que implican el trabajo en el cuaderno o el pizarrón, son buenos alumnos.
Tal como advertimos el TPS puede influir en un amplio espectro de actividades y circunstancias de la vida cotidiana, de allí la importancia de dar pronto con el diagnóstico adecuado. “La detección precoz de un TPS resulta primordial para prevenir repercusiones en la autorregulación, en el aprendizaje, en la autoestima y en las relaciones sociales. A veces los síntomas se logran detectar tempranamente, durante la época de la lactancia. Cuando un bebé llora excesivamente, es irritable y tiene problemas con la alimentación o con la regulación del sueño, es posible que sea debido a un TPS. Otras veces será más fácil detectar los problemas entre los 2 y 4 años, cuando observemos una dificultad en el aprendizaje de actividades tales como vestirse, pedalear un triciclo, trepar en los módulos de juego de los parques o manipular objetos pequeños. Si los sutiles síntomas de un TPS no han sido detectados en edades tempranas, es probable que se observe que existe un problema una vez iniciada la educación primaria, cuando el niño manifieste dificultades con la lectura, las matemáticas y la escritura o con la conducta y la regulación del nivel de actividad”, advierte Beaudry.

Cuestionamientos, abordajes y calidad de vida
Recientemente, un grupo de médicos pertenecientes a la Academia Americana de Pediatría (Estados Unidos) cuestionaron el diagnóstico de Trastorno del procesamiento sensorial y el valor de la llamada “terapia de integración sensorial”.
En una declaración publicada en la revista Pediatrics, estos referentes en pediatría manifestaron que se debe buscar la presencia de otro trastorno del desarrollo como el autismo, el déficit de atención con hiperactividad, el trastorno de la coordinación del desarrollo o el trastorno de ansiedad como cuadro base cuando un niño muestra signos de problemas sensoriales.
“Debido a que no existe un marco universalmente aceptado para el diagnóstico, el desorden de procesamiento sensorial en general no debería ser diagnosticado", afirmaron, al tiempo que también dejaron deslizar sus dudas respecto a si las técnicas empleadas por los terapeutas ocupacionales pueden ser beneficiosas para los niños con autismo y otros trastornos del desarrollo y del comportamiento. Si bien la Academia Americana de Pediatría no fue tan lejos como para posicionarse en contra de estas terapias, advirtieron a padres y médicos para que monitoreen cuidadosamente el progreso de los niños que utilizan la terapia de integración sensorial, ya que la eficacia de la terapia sería "limitada y no concluyente”.
En la vereda opuesta, los especialistas de los centros y asociaciones que trabajan con estos desórdenes siguen encontrando en la terapia ocupacional y la integración sensorial las herramientas más fuertes para diagnosticar y tratar esta problemática.
Estos abordajes también involucran a la familia en cuanto a la planificación de actividades que tenderán a corregir y estabilizar los desórdenes sensoriales.
En primer lugar, se pide a los padres y al entorno en general que intente ponerse en el lugar del niño afectado, a fin de evitar cualquier tipo de etiqueta que dañe su autoestima.
El terapista ocupacional realiza una evaluación utilizando una prueba estandarizada, observaciones clínicas y entrevistas a los padres y luego sugiere las recomendaciones sobre el tratamiento personalizado apropiado. Dependiendo de cada caso, se irán sumando estrategias para lograr que el sistema nervioso se equilibre, madure e integre correctamente la información sensorial recibida. Estas pautas, conocidas como “dieta sensorial”, se irán trabajando desde distintos ejercicios que estimulan adecuadamente los sentidos hasta lograr que el niño pueda reconocer y fijar un balance. Generalmente, el tratamiento se lleva a cabo en un entorno equipado con equipo especializado, llamado “gimnasio sensorial”.
Como complemento dentro de las terapias ocupacionales, muchos especialistas han incorporado además la técnica del cepillo de Wilbarger, un protocolo de masajes creado por la terapista ocupacional Patricia Wilbarger y que consiste en un cepillado de ciertas partes del cuerpo, como brazos, piernas, espalda que se suma a la compresión de las articulaciones. El objetivo es mantener la calma en el individuo y ayudarlo a conservarse en la zona óptima de modulación sensorial: calma y alerta, pero no sobre-excitación.
También existen tratamientos mixtos, donde médicos, psicomotricistas, fisioterapeutas y logopedas pueden trabajar en equipos interdisciplinarios.
Si el abordaje es efectivo, el niño comenzará de a poco a procesar la información sensorial del medio ambiente en forma más apropiada, mejorando el rendimiento en sus rutinas cotidianas, aumentando la autoestima, la seguridad emocional, autorregulándose, perfeccionando sus habilidades motrices y de lenguaje. Logros que repercutirán positivamente en su desempeño social y académico.
En nuestra sociedad el TPS todavía no es muy difundido y debatido, con lo cual las chances de dar con un diagnóstico adecuado se hacen muy complejas, sobre todo si tenemos en cuenta la amplia variedad síntomas que el trastorno comparte con otras dolencias tan movilizantes y de alta y creciente incidencia como son el autismo y el TDAH.
Por este motivo es muy importante que ante la menor duda respecto a los comportamientos de los niños, los padres y los docentes puedan contactarse con asociaciones y profesionales especializados en este desorden y alcancen a comprender profundamente la naturaleza del mismo. Esto, a su vez, les traerá una mayor tranquilidad y les permitirá transitar el tratamiento con mejor disposición.

FUENTE: EL CISNE (  http://www.elcisne.org/ampliada.php?id=2535 )
Luis Eduardo Martínez
martinez_luiseduardo@yahoo.com.ar

Fuentes:
- http://www.spdfoundation.net
- Procesamiento Sensorial Deficiente, I. Beaundry/ Boletín de la Sociedad de Pediatría de Asturias, Cantabria, Castilla y León.
- www.sinetwork.org
- A Parent’s Guide to Understanding Sensory Integration, realizada en 1991 por la Sensory Integration Internacional, Torrance, EEUU. Traducción al castellano realizada por la terapeuta ocupacional María Pérez-Aradros Postigo; La Rioja, Febrero 2006.
- Rosina Uriarte Álvarez/ Integración sensorial, ¿cómo convivir con la distorsión?, Revista Chavalucos (primavera 2007)
- Beaudry, I. (2006). Un trastorno en el procesamiento sensorial es frecuentemente la causa de problemas de aprendizaje, conducta y coordinación motriz en niños. Boletín de Pediatría de la Sociedad de Pediatría de Asturias, Cantabria y Castilla y León, nº 197, 200-203.
- www.ibeaudry.com/


 

Curso Madrid 2013


Principios básicos de Neurodesarrollo para el abordaje de bebés y niños
con lesión neurológica.

Fechas de realización:15-17 Marzo de 2013
Lugar de realización:C/ Grañón, 12 (entrada por calle Vitoria de Rioja) - MADRID - 28050 Metro: Las Tablas (L1)
Distribución de contenidos:Desarrollo normal del niño de 0-12 meses. Desarrollo atípico (Espasticidad, atetosis, ataxia, hipotonía y desarrollode la función manual). Evaluación y principios de tratamiento
Dictado por: Natacha Duks y Ana Inés Teranzani
 
Para más información :http://www.terapiayestimulacioninfantil.com/pdf/Curso_PBN1.pdf